No es que no me guste el ramo de flores, sino que tengo muy arraigada la idea de que los verdaderos gestos de amor son aquellos que se mantienen en el tiempo, se construyen sin fechas ni imposiciones sociales y nos cambian la vida como solo nos la puede cambiar el amor. Un regalo elegido porque sí tiene bastante más impacto que un regalo de Navidad.
Estos, para mí, son gestos de amor verdadero:
Nunca decir “te lo dije”
Salir corriendo al supermercado cuando falta algo
Recibir bien a tus amigos
Cargar la música que te gusta para escucharla en un viaje
Cocinar
Ocuparse del seguro del auto que chocaste tú
Acompañarte a ciertos lugares aunque se aburra
Alegrarse genuinamente por tus triunfos y alentarte a que sigas creciendo
Abrazarte porque te reconoce dolida
Pasarle el peine para piojos a La Menor una semana seguida
Escuchar una y otra vez tus dudas y tus miedos
Invitarte a almorzar un día de semana porque sí
Colgar la ropa a secar a las 2 de la mañana
Confiar en tus proyectos
Tocar la guitarra una mañana cualquiera para ti
Buscar tu mano para caminar hasta las esquina
Soportar las series que te gustan
Hacerte reír, sobre todo de ti misma
Todo eso es amor. Los gestos exagerados muchas veces son para “el afuera”, especialmente en épocas de redes sociales.
Las acciones hogareñas, domésticas, chiquitas, son tan profundas como lo pueden ser los cimientos del hogar. Es decir, son la base de todo. El hogar, la sede de los grandes gestos heroicos y de los superpoderes caseros, es en donde nos nutrimos para salir a enfrentar cualquier mundo.
Estos gestos, que vienen silentes, se reconocen de modo muy fácil porque son poderosos. Agradecer, responder y estar atentos para poder corresponder hace que se mantengan vivos. Además, nuestros hijos nos miran y definen su concepto del amor.
Creo, desde hace años, que
las grandes muestras de amor son las que se mantienen en el tiempo y hacen que el día a día valga la pena. Dar la vida, de modo literal, se puede dar una sola vez. Dar la vida todos los días por la persona que amamos es bastante más trabajoso pero no nos mata, por el contrario, nos mantienen intensamente vivos.
Un acto heroico, y de una sola vez, es muy valioso pero no construye una vida. Amor verdadero es, todos los días, soportar mi mal humor matutino y, así y todo, despertarme con un café recién hecho y en la taza que me gusta.
Ver artículo original