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¿Por qué perdemos el gusto y el olfato con COVID y cómo recuperarlo?

Por Shadia Asencio - September 2021
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Los aromas son toboganes cuánticos que nos catapultan a otra realidad: a la casa de nuestros padres en la infancia, a nuestro primer beso, a las vacaciones de la adolescencia. “No hay memoria tan precisa, tan vívida y evocadora como la que se recupera a través del olfato, y va tan unida a las sensaciones que se experimentaron junto al olor”, confirma Dolores Redondo, en su Legado en los huesos.
Quienes hemos atravesado por COVID nos hacemos conscientes de la fiesta que regalan los sentidos al ánimo y la salud, al cuerpo. Tras algunos días sin aroma y sin gusto me di cuenta de que la nariz está íntimamente conectada a las emociones. Tal vez por eso lo extrañaba quizás más que el gusto. La neuróloga Paola Guraieb me explicó que es porque nuestra capacidad olfatoria incluye unos 3 mil olores, mientras la gustativa es mucho menor. “Si dejas de oler, las alteraciones en el gusto serán predominantes. Lo que sucede es que el virus tiene una alta replicabilidad en el pulmón, en el cerebro, en la sangre y en la nariz. Por eso es común que se merme la olfacción”. Y está claro: sin olfato, perdemos el gusto. 
La doctora Flor Luna, especialista en urgencias médico-quirúrgicas y consultora sobre Salud Ocupacional en empresas trasnacionales, afirma que existe una constante de 53 por ciento en la alteración del olfato, mientras que en el gusto es de 52 por ciento. “Uno de cada cinco pacientes con coronavirus presenta estas alteraciones como primer síntoma de la enfermedad. Aún no se tiene claro si la prevalencia es distinta con otra cepa”, afirma. 
Para muchos de nosotros el gusto es literalmente la sal de la vida. En la lengua, el techo de la boca y en la garganta se encuentran las células gustativas, unas pequeñas partículas dentro de las papilas gustativas que se cuentan en 10 mil cuando nacemos y que se van perdiendo a partir de los cincuenta años. Probar un mole, por ejemplo, con ageusia (incapacidad de detectar sabores en los alimentos) es llevar a la boca una salsa sedosa y caliente pero desprovista de alma. Con el tiempo –aunado a una dosis de paciencia y amor a mi proceso de sanación– aprendí a valorar las texturas, las temperaturas, las sensaciones que un alimento dejaba a su paso por la boca. 
Yo recuperé primero el olfato que el gusto, pero según la doctora Luna, varios estudios elaborados en la Unión Europea han observado una recuperación más rápida del gusto que el olfato. Lo común es que a las tres semanas de un diagnóstico positivo comience la recuperación de ambos sentidos. Si la enfermedad fue severa pueden tardar hasta entre seis y ocho meses. Y sí, existen casos en los que no se recuperan los sentidos o quedan dañados. “Depende de muchos factores, por ejemplo, si la persona es fumadora. Ellos ya per se tienen alteraciones en el gusto y olfato, y posiblemente nunca vuelvan a degustar u oler al 100”, concluye la doctora Luna. 
¿Cómo recuperar los sentidos?
Las estrategias de tratamiento en las alteraciones del olfato dependen si se trata de una pérdida total (anosmia) o parcial (hiposmia) del sentido. “En el caso de que la pérdida sea permanente, está indicado el entrenamiento olfatorio”, confirma la doctora Luna. 
No hay que dejar que el tiempo pase. Para la neuróloga Guraieb, recuperar a tiempo la olfacción puede representar la salud de nuestro cerebro en el futuro: “Cuando existe anosmia tienes que recuperarte en menos de seis meses, pues los epitelios respiratorios están conectados con la memoria”. Lo que sucede es que los aromas conectan con las cortezas cerebrales en las que se localizan las emociones, la memoria episódica. “Está demostrado que pacientes con enfermedades degenerativas han padecido o padecieron problemas del olfato, también se ha observado en pacientes con problemas de Parkinson o Alzheimer”. 
La solución está en poner a trabajar nuestra nariz y nuestra lengua; entrenarlas, pues. “Como sucedería en un entrenamiento físico, esta técnica consiste en exponer a los pacientes a diferentes olores concentrados en recipientes individuales a diario y durante el tiempo indicado por el especialista”, afirma la doctora Luna. 
Ella nos da el consejo de realizar el olfateo deliberado diariamente por tres meses. Necesitarás limón, una rosa o un caballito con agua de rosas, algún alimento ahumado, un caballito de vinagre, un caballito de anís y aceite de eucalipto. Practica oler durante 20 segundos cada uno de estos aromas dos veces al día. “Existe clara evidencia científica de que esta exposición sistemática a determinados olores mejora el olfato en patologías neurodegenerativas o traumatismos craneales”, concluye la doctora Luna.